Aunque suene un poco loco, no hay algo más certero en el mundo de la nutrición. La tradición de contar calorías hasta hoy en día, realmente ha sido un total fracaso. Todos sabemos que los que bajan de peso, a largo lo vuelven a subir.
Ahora sabemos que la perdida de peso no se trata de disminuir calorías, sino de disminuir carbohidratos. Lo que sucede es que al disminuir el consumo de azúcares y carbohidratos, la secreción de insulina no se estimula para procesar esos azúcares en la sangre. Por lo que al no haber insulina, el cuerpo naturalmente puede liberar las grasas almacenadas en el cuerpo para usarse como energía.
El programa nutricional debe no solo restringir carbohidratos, debe de incluir ingesta de grasas. La razón es la siguiente: Si alguien reduce su ingesta de carbohidratos pero no aumenta su ingesta de grasas, para fines prácticos simplemente está haciendo una dieta baja en calorías. Y si hay algo que está comprobado, es que las dietas bajas en calorías no sirven. Siempre habrá un rebote.
De tal manera que comer grasas es esencial no solo para compensar calóricamente, sino también desde un punto de vista de saciedad. Durante el día, uno debe de comer los siguientes porcentajes de macronutrientes: Del total de calorías que debe consumir en un día, por lo menos el 60%-70% debe de provenir de grasas, 20% de proteínas y solo 10% de carbohidratos.